La reforma hacia una jornada laboral de 40 horas enfrenta desafíos estructurales, operativos y socioeconómicos que requieren una implementación gradual, sectorizada y acompañada de políticas públicas complementarias. Entre los principales retos destacan:
- Adaptación de micro y pequeñas empresas, especialmente en el sector terciario, sin afectar su viabilidad financiera.
- Prevención del crecimiento de la informalidad laboral ante posibles cierres o despidos.
- Equilibrio entre productividad y bienestar, mediante capacitación, nuevas tecnologías y cambios en modelos de gestión.
- Inclusión de grupos vulnerables, como mujeres, madres cuidadoras y jóvenes, en el nuevo mercado laboral formal.
- Articulación interinstitucional para desarrollar un sistema de cuidados, incentivos fiscales, observatorios de implementación y medidas regulatorias claras.
El consenso general es que la reducción de la jornada laboral es una medida necesaria y con beneficios potenciales, pero su éxito dependerá de un proceso ordenado, concertado y sensible a la heterogeneidad productiva del país.